Tarot y videncia. ¿Qué es el tarot? ¿Para qué sirve una tirada de cartas?

Con el presente artículo queremos comentar al lector algunas nociones fundamentales que le permitan dar una correcta respuesta a la pregunta: “¿qué es el Tarot?”. Es curioso: si uno pregunta por ahí, la gente suele creer que tiene absolutamente claro qué es el Tarot. “Te tiran unas cartas y te leen el futuro”, contestan. Dicha respuesta, que en realidad es un terrible malentendido, tiene su coherente justificación.

Como en todas las disciplinas y rubros, existen muchos tarotistas que se aprovechan de la ignorancia de la gente y prometen -efectivamente- que consultando las cartas se puede saber qué es lo que va a pasar. Tan difundido está el aprovechamiento de este error, que la gran mayoría de los tarotistas fundamentan sus tiradas en él, y así se benefician económicamente. Algunos lo hacen por completa ignorancia, mientras que otros son absolutamente conscientes.

Semejante estafa (la de vender que las cartas pueden decir el futuro) ha conseguido, como no podía ser de otra manera, que el Tarot caiga en la desconsideración de la mayoría de las personas. Pero lo cierto es que esa desconsideración parte de premisas equivocadas, que dicen que esta disciplina es lo que en verdad no es. Como cualquiera puede darse cuenta; se hace fundamental, llegado este punto, tratar de definir claramente qué es el Tarot, para que, así, se eviten malentendidos que reposan sobre la ignorancia.

La verdad sobre el tarot y la videncia

El Tarot es una disciplina esotérica en la cual, mediante la consulta de ciertas cartas, el tarotista ayuda al consultante a reflexionar sobre su propia vida. Es verdad, sí, que se tiran unas cartas, pero lo que es absolutamente incorrecto es pensar que dichas cartas dicen qué es lo que va a pasar. Vale la pena reafirmarlo: esta disciplina no es futurología; solo pretende ayudar a una reflexión consciente y, así, posibilitar el conocimiento que devenga en una experiencia más libre y feliz de la vida.

Esas cartas que se tiran (reciben el nombre de arcanos) son la esencia absoluta de esta disciplina. Esos “dibujitos”, como les dicen algunos, son en realidad poderosos arquetipos. Aunque no tienen posibilidad de predecir absolutamente nada, sí sirven para indagar profundamente en el alma del consultante. Cuando los arcanos son correctamente interpretados, la unión entre las palabras y las imágenes posibilita un entendimiento profundo. Ese entendimiento es, nada más ni nada menos, lo que se busca.
De modo que, para el Tarot bien entendido, el futuro está todavía por hacerse. Pero aquí hacemos nosotros una muy sana pregunta: “¿Cómo ha de hacerse ese futuro?”. La gente tiene la sensación de que en la vida hace lo que ella quiere, cuando, en realidad, es muy difícil encontrar gente que hace lo que desea y muy sencillo encontrar gente que hace lo único que puede. Para hacer aquello que se desea o, lo que es decir lo mismo, para tener el futuro que se desea, es absolutamente fundamental conocerse a sí mismo. Aunque esta disciplina no sea futurología (porque no puede predecir), sí tiene la posibilidad de brindar un entendimiento que posibilite una toma de decisiones más conciente y justificada.

Las cartas nunca sentencian nuestro futuro, solo nos indican la dirección que llevan nuestros pasos. Luego será el consultante (nunca el tarotista) quien deba decidir la modificación o no del rumbo que lleva. Dicho de forma contundente: el Tarot ayuda a la libertad mediante el conocimiento.

Por último, vale hacer la siguiente aclaración: mucha de la utilidad que se pueda obtener de una tirada de Tarot está definido por aquello que se pregunte. Si el consultante pregunta de forma espuria y poco comprometida, las cartas le contestarán con el mismo desinterés. Si uno ha decidido tener una experiencia con los arcanos, debe proceder de manera respetuosa, de lo contrario es preferible no tener la experiencia.
De todo cuanto el Tarot puede hacer para ayudar a una persona, probablemente lo más significativo sea la posibilidad de hacerle entender que, las más de las veces, uno no es lo que cree que es. Se trata de superar las ideas que no se corresponden con nosotros mismos para que, así, podamos ser más libres de ataduras y restricciones. Como decía aquella voz popular: “El problema no está en aquello que no se sabe, sino en aquello que se cree se sabe, pero se sabe mal”. Esta disciplina es, entonces, en realidad, una herramienta que, bien utilizada, pretende ayudar a la reflexión consciente. No sentencia ni juzga a nadie, a nadie le quita su libre albedrío. Solo se pretende destacar que todo cuanto en la vida es una infelicidad y un dolor deviene de la falta de claridad para con uno mismo. Superados los espejismos se accede a la posibilidad de vivir una vida concreta y real, en la cual ya no es necesario estar simulando nada a nadie. La libertad es sinceridad, y la sinceridad es conocimiento.